La Casa de los Balcones, Alma de la Arquitectura Canaria

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Si hay un rincón en Tenerife que respira historia por los cuatro costados, ese es la Casa de los Balcones, en el corazón del precioso casco histórico de La Orotava. Más que una simple casa museo, es un viaje en el tiempo, un símbolo de la esencia canaria y un testimonio vivo del esplendor de una época.

La historia de esta emblemática vivienda se remonta al siglo XVII, concretamente al año 1632. Fue mandada a construir por Don Francisco de Molina Monteverde y Rojas, un miembro de una familia acaudalada de la época, demostrando así el poder económico y social de la aristocracia local.

La casa no fue construida de una sola vez. En realidad, es el resultado de la unión de varias casas familiares a lo largo de los años, lo que le confiere esa construcción irregular y llena de encanto que hoy podemos explorar.

A lo largo de siglos, perteneció a la misma familia durante generaciones, hasta que en el siglo XX se transformó en el espacio cultural que es hoy, preservando su legado para todos los visitantes.

Cuando llegamos frente a la Casa de los Balcones, lo primero que capta nuestra atención es, como su nombre indica, su impresionante fachada de madera. Pero lo que quizás no sepas es que no es cualquier madera: esta construida de pino tea canario, muy resistente a los elementos y de un color y aroma característicos.

Los Balcones de Celosía son quizás el elemento más fotografiado y admirado. Estos balcones, tallados con exquisitez, no eran solo un elemento decorativo. La celosía permitía a las mujeres de la casa observar la vida en la calle sin ser vistas, una solución perfecta entre la intimidad y la vida social.

Al traspasar la puerta, te adentras en un típico patio interior canario, el auténtico corazón de la casa. Con su suelo de piedra, la fuente central y las plantas que trepan por las galerías de madera, este espacio era el lugar de reunión familiar, donde se refrescaba el ambiente y se distribuía el resto de las estancias a su alrededor.

La casa se distribuye en dos plantas alrededor del patio. En la planta baja solían ubicarse las dependencias de servicio y los almacenes, mientras que la planta alta (la planta noble) albergaba las estancias principales de la familia, como salones y dormitorios, mostrando una clara distinción social.

Visitar la Casa de los Balcones es una experiencia para todos los sentidos. No es un museo al uso, sino un espacio vivo donde la cultura canaria se palpa. Podremos apreciar el comedor familiar, los salones de reuniones, un dormitorio, la cocina con su horno de carbón, la despensa y el baño, todo repleto de objetos de la vida cotidiana de los siglos XVII al XIX: muebles de tea, ajuar doméstico, instrumentos agrícolas y herramientas para la elaboración del vino y el bordado. Es una inmersión total en las tradiciones isleñas.

Finalmente, aunque la famosa Fiesta del Corpus Christi de La Orotava tiene su epicentro en la Plaza del Ayuntamiento, en la Casa de los Balcones se exhibe de forma permanente una pequeña alfombra de arenas del Teide, para que los visitantes puedan admirar esta singular tradición durante todo el año.

La Casa de los Balcones no es solo un monumento histórico; es un punto de encuentro cultural indispensable para cualquier viajero que quiera entender la identidad de Tenerife. Se ha consolidado como uno de los centros turísticos y culturales más importantes del norte de la isla, un lugar donde el pasado dialoga con el presente. Es el sitio ideal para perderse, tomar fotografías increíbles, comprar artesanía de calidad y, sobre todo, para sentir el latido de la Orotava más auténtica.

Si algún día estás por los alrededores de la Calle San Francisco No 3, en La Orotava, Tenerife, no te vayas sin asomarte a su balcón principal y sin perderte unos minutos en el patio interior de La Casa de los Balcones. ¡La tranquilidad que se respira es mágica!

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