La Deshonestidad

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El Café Habana fue una cafetería situada en 23 entre 10 y 12, en el Vedado, justo al otro lado de la calle del Cine Atlantic, hoy Charles Chaplin.

Era un lugar que hoy llamaríamos multi-temático. Tenía un Bar, un salón con mesas de cuatro sillas y hasta una «vidriera de apuntaciones» donde se vendía cualquier cosa y se apuntaba a la bolita (lotería). Aunque servían comida caliente y diversos tipos de bocaditos, la especialidad de la casa era el café con leche. Mi abuelo y mi padre eran asiduos del lugar y en ocasiones me llevaban con ellos.

Recuerdo una vez que me levanté de la mesa para comprar en la vidriera algún dulce y mientras esperaba ser atendido llegó una perseguidora, se bajó un policía vestido de azul y sin siquiera mirarme le dijo a quien estaba atendiendo: «Dice el Capitán que le mandes lo suyo» y mientras recogía el sobre que le entregaron, dio media vuelta sin decir una palabra y se marchó.

Cuando volví a la mesa comenté intrigado lo que había visto, pero como respuesta solo obtuve un apretón en el brazo y una mirada severa de mi padre. Algunos años después comprendí la escena: Era el «diezmo»  que aquellos policías exigían a los otros por existir y quizás, hasta por estar vivo.

Y aquel día Oscarito, el niño al que sus padres le inculcaron siempre la máxima de «pobres, pero honrados», aprendió que no siempre era así y comenzó a entender que en aquella vida, algo andaba mal.

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