Después de 5 años en las FAR y de vencer algunos obstáculos, recibí la baja a principios de 1969. Comenzaba otro capítulo de mi vida, esta vez en un mundo nuevo: la vida civil. Inmediatamente, me di a la tarea de buscar un empleo, – cosa que resultó más difícil de lo que imaginé – y tras rechazar varios, me decidí por uno en la Aduana del Aeropuerto José Martí de la Habana.
Puedo decir que es, en ese momento, que comienza mi adultez y que lo hizo en una sociedad cercada y autoaislada que, además de enfrentar constantemente agresiones externas de todo tipo, comenzaba a acumular errores a partir de decisiones utópicas basadas en deseos y no en realidades, así como de una economía cada vez más dependiente y contraída.
Ha sido un capítulo donde acumulé – y aún acumulo – felicidades, tristezas, sueños e incomprensiones. De decisiones que no entendía o compartía, pero que justificaba en nombre de aquello que nos prometían y por lo que tanto peleamos. Por ese «fin mayor» que hemos ido dejando por el camino.
De esos años son estos recuerdos
- La Crisis de Octubre desde mi mirada
- La Historia vendiendo baratijas
- Nos volaron el avión de Barbados
- Esto no es Angola o Jamaica, es su municipio.
- Pero yo tengo un Poljot…..
- Dirigente sindical por «atravesao»
- No siempre basta con tener la Razón
- El Chacal y las prohibiciones
- Los carros donde deberían estar; en el parqueo
- Estudiantes con laptops en la Universidad
- El Teléfono de Contino. Las visitas de los dirigentes
- El sindicato y su dirigente nacional
- La Iglesia y Yo. El papa Francisco.
- Los tomates de Lidia y su reto