Los Beatles y el Carné de la UJC

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En aquellos primeros años de los 60, la música en Cuba tenía – en lo fundamental – un solo y permitido nombre, Pello el Afrokán. Mientras el mundo se llenaba con la explosión de nuevos y variados sonidos, Cuba se cerraba y oír algo que no fuera el Mozambique era mal visto y hasta perseguible social, ideológica y laboralmente.

Entre los mejores amigos que hice durante el SMO se encontraban Erik y Pablo, también reclutas del Primer Llamado. El primero del Vedado, como yo, y el segundo de Rancho Boyeros, cerca del aeropuerto. Una de las cosas que nos unía era que compartíamos el amor por la música de los Beatles y recuerdo que en muchos de aquellos “pases de fin de semana” nos reuníamos para disfrutar, a escondidas de la mirada y del conocimiento de otros, de aquellas primeras canciones del grupo de Liverpool.

La constitución de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en las FAR me sorprendió a los pocos meses de ser recluta y recuerdo que, como parte de aquel proceso, se hacían entrevistas a los aspirantes con una serie de preguntas de diferentes temas que supuestamente mostraban su nivel de integración al proceso.

De mi entrevista solamente recuerdo que entre otras cosas me preguntaron sobre la música que me gustaba  y que yo, con la inocencia que da el convencimiento de no estar haciendo nada en contra de mis principios, respondí que entre otros me gustaban los Beatles.

Varios días después fueron reuniendo a los aspirantes para informarles quienes ingresarían en las filas de la UJC y quienes no. Entre los aceptados estaban Erik y Pablo, pero a mí me explicaron que escuchar música de grupos extranjeros mostraba «debilidades ideológicas»  que debía superar.

Realmente en aquel momento no entendía qué me diferenciaba de mis amigos para que a  ellos los gustos musicales no los afectaran, pero luego supe – por ellos mismos – que en la entrevista habían omitido «inteligentemente» su fanatismo por los Beatles… ¿Y saben algo?, a partir de ese momento fui feliz. Fui feliz porque la diferencia entre ellos y yo era simplemente: La Honestidad

El tiempo siguió corriendo, y si en el 1965 ser fan de los Beatles me impidió tener el carné rojo en el bolsillo, años más tarde, en diciembre del 2000, me dio la satisfacción de estar presente cuando Fidel y Silvio inauguraron una estatua de John Lennon, en el parque de 17 y 6, en el Vedado.

Si hubiera valido la pena saber quiénes – y más que nada por qué – habían hecho que aquellos entrevistadores me excluyeran, creo que la historia ya los ha señalado.

Seguramente, a esta altura del relato muchos se preguntarán ¿Y qué fue de la vida de aquellos dos reclutas? Bueno, cuando me desmovilicé ellos siguieron en las FAR y lo último que supe, años después y por casualidad, fue que ambos eran Coroneles en activo y que, como a mí,  les seguían gustando los Beatles.

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