El Miedo

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Recuerdo que era común ver transitar por las calles de la Habana autos que tenían como característica común, una ametralladora Thompson y una mirada felina asomada en cada ventanilla. En la casa los llamaban (siempre hablando bien bajito) Los Tigres de Masferrer.

Una tarde, quizás con 12 o 13 años, acompañaba a mi mamá a hacer unas compras en una bodega que había muy cerca de la casa, en la calle 21 y en la esquina opuesta dos adolescentes que conversaban tuvieron la mala idea de fijar demasiado tiempo la vista en aquel Buick que pasaba despacito por la calle …

Un frenazo, puertas que se abrían y cerraban, gritos que no entendí y finalmente tres hombres golpeando a aquellos dos infelices que, estoy seguro, no sabían qué era lo que había pasado. A la larga tuvieron suerte… solo algunos golpes y el susto. Otros miles no fueron tan afortunados y terminaron en una cuneta o tirados en cualquier calle de Cuba.

Y aquel día Oscarito, el niño al que sus padres le enseñaron a no soportar las injusticias, no pudo entender por qué sucedían cosas como aquellas y comenzó a darse cuenta de que había cosas que cambiar.

 

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