El Puerto de la Cruz -1-

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Hablar del Puerto de la Cruz es hablar del alma turística de Tenerife. Este será el primero de varios artículos donde compartiré la historia pasada y presente de esta bella y cosmopolita ciudad y de su desarrollo actual.

El Puerto de la Cruz nace oficialmente en el siglo XVII, aunque su historia está indisolublemente ligada a la del valle de La Orotava que era – y es – una de las zonas más fértiles y ricas de la isla de Tenerife. Un lugar famoso por sus cultivos de caña de azúcar y, posteriormente, de vid (vinos malvasía) y cochinilla (un tinte natural muy valioso).

La erupción del volcán Trevejo, en 1706, destruyó casi completamente el que era el principal puerto de la zona, Garachico, por lo que surgió la necesidad de encontrar un nuevo punto de salida para los productos del valle y esa fue la razón por la que el pequeño enclave pesquero conocido como «Puerto de La Orotava» comenzara a desarrollarse rápidamente, creciendo tanto en población, comercio e importancia que empezó a rivalizar con la propia villa interior por lo que sus habitantes solicitaron la segregación para gestionar sus propios asuntos logrando que el rey Carlos III concedió el título de villa independiente el 3 de mayo de 1772 siendo bautizada oficialmente como «Puerto de la Cruz», nombre que ha perdurado hasta hoy.

A principios del siglo XX, el Puerto de la Cruz seguía siendo solo un puerto activo para la exportación de plátanos y tomates, los cultivos que habían sustituido a la cochinilla y fue también un punto de salida para muchos canarios que emigraban a América (Venezuela y Cuba principalmente) en busca de una vida mejor, y aunque no era aún el destino turístico masivo que es hoy, las semillas ya estaban plantadas.

La visita del naturalista alemán Alexander von Humboldt en 1799 y su entusiasta descripción del Valle de La Orotava puso a la zona en el mapa para la intelectualidad europea y a finales del siglo XIX y principios del XX llegaban al lugar científicos, artistas y aristócratas europeos (sobre todo británicos y alemanes) atraídos por el clima curativo, los paisajes exóticos y el «exotismo» de la isla. Este tipo de turismo no venía por playas (que eran de callao o piedra), sino más que nada por el aire puro y el entorno.

Para acoger a esta clientela adinerada, se construyeron hoteles emblemáticos, algunos de los cuales aún existen hoy en día. El más lujoso era El Gran Hotel Taoro (1890), con un casino y campos de golf y de tenis, al que se unieron El Hotel Marquesa, en 1891, en pleno centro del puerto, (el hotel en activo más antiguo de Canarias) y otros más a lo largo de los años

Hoy, Puerto de la Cruz es una ciudad cosmopolita, vibrante y con un encanto especial que se ha sabido reconvertir hacia un turismo de mayor calidad y sostenible, aprovechando su patrimonio cultural y natural. Según los datos demográficos oficiales proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España la ciudad tiene más de 31 mil habitantes inscritos en su padrón, cifra que aumenta considerablemente según la temporada por la cantidad de turistas que utilizan sus aproximadamente 40 establecimientos hoteleros de todas las categorías, a los que habría que sumar una gran cantidad de apartamentos en régimen de alquiler turístico y de viviendas vacacionales registradas, que amplían enormemente la capacidad de alojamiento.

Las playas de Puerto de la Cruz tienen una personalidad muy propia y sus características únicas las diferencian de las típicas playas de arena blanca de otras zonas vacacionales de la isla. Su característica más definitoria es su arena de color negro oscuro y la presencia de callados (cantos rodados o piedras pulidas por el mar) aunque el agua suele ser cristalina y contrasta maravillosamente con el oscuro de la arena y el fondo del mar.

Debido a las características antes señaladas y a que el oleaje del Atlántico norte es a veces muy fuerte, una de las señas de identidad de El Puerto de la Cruz son las piscinas de agua de mar (unas naturales y otras no) entre las que destacan las del Complejo de Costa Martíanez. Diseñado por el artista canario César Manrique, el complejo incluye un lago central, varias piscinas, jardines y la famosa pirámide.

Para el disfrute de visitantes y vecinos, la ciudad cuenta con un casco antiguo muy bien conservado, con calles empedradas, plazas como el Charco, iglesias históricas y arquitectura tradicional canaria, así como con otros atractivos entre los que puede señalarse El Loro Parque (1972), uno de los zoológicos y parques de atracciones más importantes del mundo.

De estos y otros detalles de la historia de Puerto de la Cruz hablaremos en otros artículos…. No te los pierdas.

       

Fin primera parte  

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